Algo se muere en el alma cuando un amigo se va. Que gran verdad. Pero cuando ese amigo es para ti casi como un hermano, el alma se rompe en mil pedazos. Esta sensación es la que debe sentir en estos momentos Kepa Blanco, el mejor amigo de Antonio Puerta. Kepa y Puerta eran algo más que dos simples amigos. Ambos salieron de la cantera sevillista y juntos ganaron los Juegos del Mediterráneo con la selección española sub-20. Cuentan que cuando el entrenador pedía a sus jugadores que se colocaran por parejas allí estaban Kepa y Puerta. Inseparables. En las concentraciones cuando había que repartir las habitaciones de los hoteles no había dudas de que el delantero centro y el extremo zurdo iban juntos. Uña y carne. Ambos se consolidaron en la Primera división en la temporada 2005/06. Juntos ganaron títulos con el Sevilla y se hicieron un nombre dentro del panorama futbolístico no solo español, sino también europeo. La fatalidad quiso que Kepa y Puerta fueran rivales en esa fatal noche.
Pero Kepa Blanco no se queda solo. No. A partir de ahora él y todo el sevillismo tienen algo más por lo que luchar. Tienen alguien ahí arriba que les impulsará en los momentos duros. Alguien que cuidará de ellos. Alguien que les dara su fuerza desde donde quiera que esté. Muchos dicen que uno no muere realmente hasta que es olvidado. Si esto es cierto, Antonio Puerta para el sevillismo vivirá eternamnte. Ni Puerta se podrá olvidar de ellos, ni ellos se podrán olvidar de él.
Como ha dicho Del Nido, presidente del Sevilla : "A partir de ahora el Sevilla es invencible porque jugará con doce".
También espero que Kepa logre perforar muchas redes porque todos y cada uno de sus goles tendrán un destinatario en el cielo.
Fuerza y honor, Kepa.
