Este diálogo forma parte de la película que da nombre a este Blog, “Hombres de Honor”. La historia de un chico bajito y rechoncho que vivía en Nördlingen (Alemania), llamado Gerd, no era muy distinta. Tenía 17 años y trabajaba en una empresa textil. Allí soñaba que jugaba al fútbol y que era un delantero portentoso que marcaba muchos goles. Entonces comenzó a jugar en un club juvenil de su ciudad. El chico no era ni mucho menos un portento físico y su entrenador le cogió un día y le dijo:
- Chaval, en esto del fútbol no llegarás muy lejos. Mejor dedícate a otra cosa.
El entrenador no sabía lo que había dicho. Aquel chico dos años más tarde, llegaría al Bayern de Münich y compartiría vestuario con Franz. Estos dos nombres junto a sus apellidos se harían universales: Gerd Müller y Franz Beckenbauer. A Franz le marchaban bien las cosas, pero a Gerd no tanto ya que era un suplente habitual. Para su entrenador como él mismo decía, sólo era un molinero rechoncho (Müller en alemán significa molinero). Sin embargo, una plaga de lesiones en el equipo le otorgó una oportunidad. Ni Müller sabía de lo que iba a ser capaz. Todos alucinaban al verlo dentro del área, era un auténtico torpedo, "el Torpedo Müller". A lo largo de su carrera futbolística marcó más de 600 goles, jugó 62 encuentros con la selección alemana, ganó la Bota de Oro, 3 Copas de Europa, 1 Copa de la UEFA, 1 Recopa y además fue Pichichi en el Mundial de México 70.