Cuentan los que le vieron jugar, que no ha habido un portero mejor que Ricardo Zamora en toda la historia. Nació en 1901 y pasó su carrera especialmente en el Espanyol, pero también en el Barcelona y en el Madrid que fue donde se terminó de ganar su más que merecida fama.
Era un portero ágil, sobrio, ganador y muy seguro, en ocasiones demasiado, tanto que según dijo él mismo en cierta ocasión, se llegaba a colocar mal para que sus paradas fueran más espectaculares. Pero detrás de la aparente seguridad de este guardameta conocido en España como "El Divino" y en Italia como "Il Miracoloso", había una historia muy curiosa. Se dice, que Zamora tenía un muñeco de trapo que simulaba ser una réplica de si mismo. Dicho muñeco era colocado por Ricardo dentro de su portería antes de cada partido, como si se tratara de un rito vudú que supuestamente le traía buena suerte. Pero resulta que Ricardo en una ocasión perdió el muñeco y tardó un tiempo en recuperarlo. Según decían las crónicas, durante aquel período hasta que recuperó su muñeco, Zamora estuvo muy inseguro.
Finalizada en España la Guerra Civil, Ricardo comenzó a ejercer como entrenador pero su nombre siguió, sigue y seguirá por siempre jamás, unido al de la portería, lugar que él y su muñeco de trapo, defendieron durante dos décadas.
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